martes, 8 de noviembre de 2011

Lo bueno del desierto








Es maravilloso observar a otras personas haciendo lo que les gusta.
Si sos capaz de pasar horas mirándolos se alcanza muchas veces una especie de vibración, un estado similar al de la meditación de esos cuerpo que irradian y exudan placer por todos lados. Es contagioso.
Cuando el hacer es propio descubrimos que hacer eso que elegimos hacer, eso que amamos hacer no es azaroso.Lo elegimos para bien o no porque nos insta a ir siempre más allá de lo que sabíamos o creíamos saber de nosotros mismos y del mundo cosa que muchas veces produce placer, pasión y fuerza, otras veces confusión, tristeza o ansiedad.
La dificultad de ser un realizador es que no solo se convive constantemente con la incertidumbre sino que para dar a luz algo donde lo que crece es el desierto hace falta una gran reserva de energía, traducida en tiempo, en dinero, en coraje, en amor. Esto es complicado en medio de la arena recalentada por el sol.Con hambre, sed, calor y sin comida, agua y cobijo.
Lo mejor es entonces alojar un oasis. Y no olvidar ; lo bueno del desierto, es esconde uno en cualquier lado.


F.

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